
Establecido en Madrid, prosiguió su labor creadora, dando a la imprenta algunas de sus obras más célebres, como las basadas en motivos españoles, y en especial el Quintettino Op. 30 n.º 6 «La musica notturna di Madrid» (1780) o el Quinteto de cuerda Op. 50 n.º 2 «Del Fandango» (1788).
Durante sus últimos años hubo de ver cómo su música y su persona caían en el olvido. Autor prolífico, se le deben un Stabat Mater (1781), 26 sinfonías, entre las que destaca la subtitulada La casa del diablo, 125 quintetos y 91 cuartetos.