
Inmediatamente puso en marcha un entusiasta «plan de choque» de inspiración liberal, con el cual intentó modernizar la economía brasileña y reducir la inflación, así como el número de funcionarios de la Administración. Sin embargo, dos años después fue acusado de corrupción por la Cámara de Diputados y hubo de ceder su puesto al vicepresidente, Itamar Franco. Una vez iniciado el juicio, dimitió como presidente del país y fue inhabilitado para el ejercicio de cualquier cargo público durante ocho años.